SANGUINA Y SEPIA
La sanguina fue una de las técnicas
preferidas de los maestros del Renacimiento.
Utilizada en el siglo XIX por numerosos
dibujantes por la diversidad de sus matices. Para los artistas interesados por
el color, sigue siendo el material ideal para resaltar las formas y
expresiones del cuerpo femenino, por ejemplo. Por esta razón la sanguina se
utiliza con frecuencia para la realización de retratos, esbozos de desnudos,
vestimenta o paisajes.
La sanguina es una variante del pastel, es decir, una barrita de pigmentos secos en polvo. Lo que la diferencia respecto del pastel es el origen de los pigmentos que le dan ese color característico.
Se trata de un óxido de hierro,
conocido como hematites. La variedad de matices de esta piedra roja va
del escarlata al carmesí, del rojo óxido al castaño, a un tono cercano al rojo
ciruela.
El color sepia se obtiene de la bolsa de tinta del calamar o sepia, dando unos matices de color marrón y terracotas oscuros.
Con esta técnica se puede conseguir el efecto de crear una imagen a todo color con sólo tres, la sanguina, el blanco y el negro, llamada en dibujo “técnica de tres colores” y que se suele utilizar para retratos.
Combinando el color de las barras o lápices
con el papel nos dará sensaciones diferentes de luminosidad en el
dibujo.
La calidez y suavidad que aporta la sanguina al dibujo es una de sus características principales, por ello los artistas han utilizado esta técnica sobre todo para desnudos por su delicadeza
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